mayo 10, 2023

Un siena gris

Más o menos a mitad de camino, entré a una estación de servicio para cargar nafta, y aproveché para ir al baño. Ya parado frente al migitorio y en plena faena, escucho una voz detrás mío:

- Ehhh... flaco...

Me impresionó un poco, porque cuando entré parecía no haber nadie. Me di vuelta y vi por la puerta entreabierta de uno de los compartimentos con inodoros, la cabeza de un tipo barbudo que me miraba. La escena era un sketch de Capusotto.

- ¿No me hacés un favor? En el estacionamiento está mi auto, un siena gris, decile a mi mujer que «me traiga» papel higiénico. En esta estación siempre hay, y me confié...
- Si... cómo no. ¿Cómo te llamás?
- Leo...

Mientras terminaba con lo mío, escuché que Leo, hablando consigo mismo, decía: «ya tengo el c... cuadrado». Fui para el estacionamiento, y vi el Siena gris. La mujer se había bajado y encaraba para el baño.

- ¿Vos sos la mujer de Leo?
- Si... ¿dónde está?
- En el baño, necesita papel higiénico...
- ¡¡Con razón!! hace como media hora que entró.

Volvió al auto, agarró un rollo de papel higiénico, me lo dio, y yo se lo llevé a Leo, que sacando la cabeza por el cubículo esperaba ansioso. Al rato, mientras yo cargaba nafta, vi que se iban, saludándome con una gran sonrisa.
https://www.youtube.com/watch?v=z3Ne6COBBww
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enero 24, 2023

¿Usted se quiere bañar?


Este relato es rigurosamente cierto, pero por respeto no contaré donde sucedió, sólo diré que fue en algún lugar de los Andes, en un frío mes de agosto.
Luego de un larguísimo viaje en colectivo, llegué al hotel de noche. Mi necesidad más acuciante era una ducha, desentumecerme y sacarme el frío antes de dormir. Los sistemas de agua caliente a veces tienen un tiempo máximo para el trámite, así que decidí consultar al conserje, un hombre sonriente y simpático:

- ¿Cuánto tiempo dura el agua saliendo caliente?
- ¿usted se quiere bañar?
- si...
- bueno, cuando se esté por bañar me avisa y yo le abro el agua caliente.
- bueno, gracias. ¿Y cuánto tiempo voy a tener agua caliente?
- ¿usted se quiere bañar?
- .... si....
- avíseme cuando esté por bañarse y yo le doy agua caliente.
- claro... pero una vez que empieza a salir caliente... ¿cuánto tiempo me da para bañarme antes de enfriarse?
- ¿usted se quiere bañar?
(empecé a sospechar que la comunicación no estaba funcionando)
- si... me quiero bañar...
- bueno, cuando esté por bañarse avíseme y le abro el agua caliente.

Me pregunté si no estaría yo de golpe hablando en japonés o algún dialecto desaparecido. Estaba muy cansado, así que me fui a la habitación, que era un freezer sin estufa.

Con la desconfianza que dan los años, luego de avisar para que «me abrieran el agua caliente», no me metí hasta ver qué pasaba, y fue buena idea: el agua nunca pasó de casi tibia. Me saqué el calzado y me metí a la cama, con campera y todo, y pasé una noche gélida hecho una bolita.

A la mañana yo era un estropicio: helado, la nariz tapada de moco seco, contracturado y desesperado por una ducha caliente. Bajé y ahí estaba el conserje, tan sonriente como la noche anterior.

- vea... anoche no me pude bañar, el agua nunca salió caliente...
- ¿usted se quiere bañar?
- ¡SI! ¿CUÁNTO TIEMPO VA A SALIR CALIENTE?
- cuando usted se esté por bañar me avisa y yo le doy agua caliente.

Se me salió la cadena, lo fulminé con la mirada y le empecé a recriminar que desde la noche anterior le estaba haciendo una pregunta sencilla que nunca me había contestado, que si me estaba agarrando para la joda o qué le pasaba, en un tono de voz elevado, muy impropio de un pasajero educado en un hotel. Se le borró la sonrisa, y su cara empezó a mostrar desconcierto y temor. Con voz apenas audible, me dijo:
- diez minutos.

Le dije «ahora me quiero bañar», subí a la habitación, abrí la ducha, y esta vez empezó a salir caliente. Por las dudas no me quedé diez minutos, aunque me hubiera encantado, resolví el asunto en cinco. Ya resucitado, agarré la viola, la valija, y seguí mi camino.

Nunca sabré el motivo de aquél desencuentro.
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junio 20, 2021

Algunas horas en otro planeta

Acababa de finalizar el concierto, en una de las noches de un festival de guitarra en Lima. Mientras guardábamos guitarras y saludábamos al público, nos avisan que apuremos: alguien había invitado a todos los guitarristas a cenar en su casa, y había que ir yendo (no se entendía muy bien.. creo que no estaba en los planes del organizador, y surgió como una propuesta hecha en ese momento).

Quien ofrecía este tercer tiempo sin tener vínculos con el festival, era una coqueta señora ya entrada en años. Su casa era enorme, y el agasajo que nos había preparado era pantagruélico. Lamento no recordar detalles de los manjares que nos esperaban sobre grandes mesas. Es proverbial el hambre (real o imaginario) de los músicos. Guardando la mayor dignidad posible, entramos a meter diente de manera brutal.

También abundaba la bebida. Camareros vestidos de blanco con impecables chaquetillas, moñitos y guantes, estaban atentos a nuestras copas, y no permitían que se vaciaran del todo.

Luego de cierto tiempo, la atención a lo gastronómico-alcohólico aflojó un poco, y empezaron a establecerse algunas conversaciones. Nuestra anfitriona me contó en tono de queja, en un momento en que quedamos mano a mano, que a su familia le habían quitado parte de sus tierras durante la reforma agraria iniciada en Perú en 1969 (sugiero leer acerca de este proceso, que duró décadas, y modificó la estructura de la posesión de tierras y la producción agraria en Perú).

La concurrencia incluía amigas y amigos de la dueña de casa. Un señor muy trajeado, miembro de la sociedad taurina limeña, fustigaba a viva voz a grupos ecologistas que boicoteaban su actividad. Como también me opongo a las corridas de toros, estuve a punto de abrir la boca para expresarle mi desacuerdo con todo lo que decía, pero me mordí la lengua. ¿Arruinar la noche discutiendo con un desconocido que está en las antípodas de mi pensamiento, en casa de una desconocida? No. Seguir halagando los sentidos, y disfrutando la compañía de los colegas, era mejor plan.

Nunca supe si quien invitaba había siquiera asistido al concierto, y siempre me pregunté el porqué de aquélla invitación. La memoria puede fallar, pero a riesgo de ser injusto, las sensaciones que me han quedado dicen que en esa reunión no parecía haber mucho interés por la guitarra.
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